En febrero cumpliré dos años sin fumar. Han sido casi dos años en la nada. Aunque en el tiempo de la nada, he experimentado algunas cosas curiosas, como soñar con fumar o la asombrosa lentitud del tiempo en los primeros días de abstinencia. También he sufrido el aumento de peso. Como adulto siempre he estado en unos setenta kilos. Bien. Pues al dejarlo, pasé a más de noventa. Para sobrellevar la ausencia de humo comía cada dos por tres, y en las comidas principales, el doble de cantidad. El resultado: agrandamiento de estómago. Ahora vuelvo a estar en mis setetenta y algo kilos y ya sin dieta. Ahora comiendo la mitad -y sin picar entre horas- ya me siento saciado, mi estómago ha vuelto a la normalidad. Al principio cuesta bastante acostumbrar al cuerpo a una dosis normal de comida, y hay que acompañarlo de ejercicio, pero merece la pena. Ahora ya no camino, me deslizo por la vida.
Pero de nuevo de mi boca y mi nariz vuelven a salir nubes. Esta vez no son nubes de humo, sino nubes de sabores que se disuelven al instante. No dejan olor. No uso cenicero ni mechero. No soy un salvaje ni me estoy quedando contigo, simplemente -seguramente ya lo habrás adivinado- vapeo. Conviene hacer saber al lector, radioyente o televidente ingenuo que hay informaciones erróneas, manipuladas, en contra del cigarrillo electrónico. A los que fumáis os cobran un ochenta por ciento de impuestos, aspiráis innumerables sustancias tóxicas, y encima sois tratados casi como delincuentes. El vapeo es un vicio limpio -vicio entre comillas, porque la nicotina que aspiras la puedes aumentar o disminuir a tu gusto (incluso hacerla desaparecer del todo)- lo que ensucia al fumar es el alquitrán. No recomiendo a nadie que empiece a vapear, pero es mucho menos nocivo que fumar. La costumbre de fumar es tan fuerte que llevaba un tiempo jugando con la idea de volver. Un disparate, después de lo que me costó dejarlo (más luego bajar de peso), pero lo cierto es que lo echaba de menos. Empezar a vapear, en mi caso, me ha salvado de un mal mayor. Y no, vapear no es igual que fumar. Fumar deja un regusto asqueroso pero a pesar de ello, el chute que te pega y la necesidad de repetirlo son tales, que no te importa. Si existen las drogas duras y blandas, el tabaco es sin duda una droga dura. El cigarrillo electrónico no es ni la mitad de adictivo. No provoca chute ninguno. No provoca la liberación de dopamina en el cerebro de igual modo que lo hace el cigarrillo. Es un hábito más sibarita, más refinado, más suave, menos bárbaro. Su sabor es agradable de verdad y puedes incluso hacer tus propias mezclas. De momento, si no nos joden el invento a golpe de impuestos o leyes raras, el vapeo tiene conmigo a un moderado valedor. La diferencia entre fumar y vapear es como la diferencia que hay entre beber un vaso de wisky a palo seco, y tomar media copa de vino con las comidas.