La búsqueda del amor


A menudo se ha confundido con el sexo, con el interés y con lo institucional. Se ha mezclado demasiado con reglas fijas e incongruencias. Pero también ha servido de inspiración para muchas obras. El artista está obligado, más que ningún otro -salvo quizá algún místico- a buscar y sentir el amor en su faceta más inspiradora, para luego darle forma. Pero nunca podrá retratarlo exactamente porque, al igual que sucede con Dios, es imposible de cristalizar. Acaso sean practicamente la misma cosa, acaso el amor forme parte de la esencia del mismísimo Dios, y los humanos tengamos que contentarnos con aproximaciones, con otear horizontes y husmear alrededor. Por más que, por ejemplo, ciertos aspectos del amor de pareja sean de lo más mundanos, el amor en la amplitud de su palabra, en su sentimiento y esencia más pura, es tan valioso e inefable que el dinero no lo puede comprar. No es de este mundo. Y a pesar del fuerte anhelo cuando no lo tienes, su búsqueda, por la aproximación mística y por la consecución terrenal que conlleva, hace mejor esta vida.