Te confieso, amor

O consejos vendo y para mí no tengo

Hoy me pesaron los versos

y durante un momento

dudé si quería ser

aprendiz de poeta.

Dudé un instante, amor

de esas mágicas confidentes

pulidos rostros múltiples

reflejando al momento

abismos, luces y pesares

tanto de quién escribe,

como de quién lee.

Intrascendente infundio

distorsiones de tinta

pájaros infieles

que abandonarán al ser.

Te confieso, amor:

durante un insondable segundo

me sentí torpe y abatido

antes incluso

de empezar a escribir,

porque sé que mientras

el poeta se está

quemando a lo bonzo

para que sus versos iluminen,

la bastedad que se le opone

resulta imposible

de hundir,

aunque un muerto

solamente flote

porque ya está vencido.