El antibuda (prólogo)
Mucho se ha hablado del anticristo, pero nunca nadie habla tanto del antibuda, que posiblemente está mucho más presente en nuestros tiempos. Acaso está tan presente y desde hace tanto, que ya ni notamos que está ahí. Se ha convertido en el aire que nos rodea.
Solo la crisis económica parece alejarnos de las energías perturbadoras del antibuda, pero no es un alejamiento real, es producto de la avaricia causa de aquella. Y tampoco es un alejamiento puro, porque te acerca a la desolación, a la ansiedad y al desamparo del que no tiene para comer.
No soy budista, pero creo en ciertas palabras de Buda, por ejemplo en estas: "En el punto medio está la virtud", que dijo basándose en su propia experiencia, cuando dejó de mortificarse con ayunos porque no tenía fuerzas suficientes ni para meditar en condiciones...
Creo que en el orden establecido está lo mejor de lo que hemos sabido hacer, con todas nuestras limitaciones y grandes pequeñeces. Desde luego eso no puede ser todo y es deseable que mejore, pero mi historia no va en contra ni de un sistema en concreto ni de la sociedad en general. Decir que tampoco tengo -ojalá la tuviera- la llave secreta que abre la puerta hacia un mundo próspero, dichoso y filosóficamente perfecto. Es un cuento espiritual, nada más. Algo exagerado, efectivamente, con los matices lógicos e imaginables que nacen de la luz de un análisis crítico y pragmático.
El antibuda es una historia paradójica, porque con su radicalismo, nos lleva a la moraleja, bastante bien escondida, del raciocinio espiritual y del punto medio interior. Creo que puede ayudar a acercarse al equilibrio, y por inercia también un poco más a eso que llamamos felicidad.
Os dejo, ya sin más preámbulos, con este buen mal hombre: el antibuda.