Sobre la muerte
En la anterior entrada escribí: "Vive tu vida como si cada día fuera el primero o el último, que más dará". Una frase producto de algunas reflexiones...
Hubo una época en la que me debí leer, sino todos, casi todos los libros publicados sobre las E.C.M. (experiencias cercanas a la muerte).
Después de todo lo que he leído, he caído en la cuenta de que, a pesar que de todo me ha aportado algo, hay teorías que se contradicen entre sí. También existen muchos puntos comunes, así que es lógico que estos tengan más peso al final. Sin embargo, no es necesario estudiar el tema de la muerte para hacerse una idea. La vida ya se encargará de mostrártela. Luego lo que tú hagas con ello, ya depende de ti. Desde luego es mucho más fácil hablar que aceptarlo y entenderlo en el plano emocional. Uno puede aceptar la finitud de una etapa, lo difícil es sentirlo, y que no te afecte. Y es que la vida es una oportunidad continua para mejorar. Y si te tienes que ir sin haber hecho lo suficiente, no debe de ser muy agradable. ¿Pero, por qué preocuparse por algo que es seguro y que apenas depende de mí? Es una pérdida de tiempo y de energía. No se trata de vivir como si la muerte no existiese, se trata de vivir con alegría, aceptando que la vida es lo que es, igual que la muerte. Por eso merece la pena vivir la vida como si cada día fuese el primero o el último, con sabiduría e inocencia a la vez. Quizá la vida sea infinita, pero las circunstancias no. Las circunstancias son espoleantes. Y si estás bajo de ánimo, sufriendo inútilmente por algo que va a llegar o ya pasó, no estarás al cien por cien para aprovechar estas circunstancias.
Desconexión
El camino hacia la paz interior pasa por vivir la vida despreocupadamente, con sencillez y sin los miedos que la sociedad inculca. Vivir cada día como si fuera el primero o el último, que más dará. Considero la serenidad absoluta como una entelequia, y además, ni siquiera es necesaria, pero todo lo que no resta, aporta. Lo que ocurre es que no diferenciamos lo que suma de lo que resta. La felicidad se encuentra camuflada en una resta que suma, la desconexión parcial de la mátrix, lo que siempre hemos buscado y no lo sabíamos porque el sistema no nos dejó, ya que precisamente el sistema es lo contrario a lo claro, lo libre y lo simple. Esta felicidad sería la repartición justa de los bienes porque implica la desaparición de lo material como un fin. Sería necesitar cada vez menos porque cada vez eres más pleno interiormente. Desintoxicarse en vez de intoxicarse. Preferir una vida espontánea a una preestablecida. Dedicar cada vez menos tiempo a actividades que no te aportan nada espiritualmente. Ver el sistema como lo que es: ilusorio pero esclavizante y generador de insatisfacción. No seguir el fútbol, ni la moda, ni la política, ni los programas ni las revistas del mal llamado corazón. Ser quién eres: un ser cambiante, entonces también y sobre todo es el derecho a vivir el momento siendo tú mismo. Mirar a la cara y defender la verdad de una vida plena que vemos como imposible de alcanzar porque estamos llenos de lastres tales como las malas noticias, las crisis, la contaminación, la deforestación, la superficialidad, las costumbres alienantes, las falsas doctrinas o las doctrinas parciales, etcétera. Pero todos podemos realizar pequeños cambios si somos conscientes del ruido que hace el engranaje del sistema y ya estamos hartos. Meditar, por ejemplo. Ya decían los budistas, hace miles de años, que esta vida es maya (ilusión), o sea, algo así como el lenguaje binario del que está compuesta la realidad en la película Mátrix. Ahora algunos científicos hasta se plantean la hipótesis de que habitemos en un holograma. También se ha conjeturado que nacemos para (entre otras cosas, claro) ser carne de cañón, alimento energético (rabia, miedo, frustración, etc.) de entidades negativas que no podemos ver. Sean estas cosas ciertas o no, me pregunto si tan siquiera es posible que algún ser humano sea capaz de alcanzar el deseado estado pero a la vez indeseable (no por malo, sino porque conlleva dejar de desear) llamado por los budistas nirvana, esa desconexión de la espiral alienante en vida.
A veces...
Noventa y dos. Juegos Olímpicos. Ilusión. Dinero a espuertas. La Expo de Sevilla...
Fue bonito, sí. Y aún diría más, fue grandioso.
Ahora, a nivel general, estamos bastante peor, salvo honrosas excepciones, como por ejemplo el cese de la lucha armada de E.T.A...
Pero no mires al pasado con pena. Si acaso hazlo para emocionarte. No importa cuan cerca o lejos mires, ni si aquel fue bueno, malo o regular. Si miras, que sea lucidamente y también para adquirir perspectiva.
El presente y el futuro son lo más importante. Ahora mira al presente cara a cara. No te detengas más que para recobrar el aliento. Camina hacia un futuro que, a largo o corto plazo, acabará siendo mejor. Y recuerda que a veces...
..."No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte, y que lo aguantes mientras avanzas. Hay que soportar sin dejar de avanzar". Rocky Balboa
Fue bonito, sí. Y aún diría más, fue grandioso.
Ahora, a nivel general, estamos bastante peor, salvo honrosas excepciones, como por ejemplo el cese de la lucha armada de E.T.A...
Pero no mires al pasado con pena. Si acaso hazlo para emocionarte. No importa cuan cerca o lejos mires, ni si aquel fue bueno, malo o regular. Si miras, que sea lucidamente y también para adquirir perspectiva.
El presente y el futuro son lo más importante. Ahora mira al presente cara a cara. No te detengas más que para recobrar el aliento. Camina hacia un futuro que, a largo o corto plazo, acabará siendo mejor. Y recuerda que a veces...
..."No importa lo fuerte que golpeas, sino lo fuerte que pueden golpearte, y que lo aguantes mientras avanzas. Hay que soportar sin dejar de avanzar". Rocky Balboa
El sentido de la vida (II)
¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué nacemos? ¿Por qué morimos?
La pregunta clave es ¿cuál es el sentido de la vida? No es fácil dar una respuesta. Para mí y para otros muchos, no es acumular cosas materiales, no es formar una familia ni adquirir relevancia social. Sí lo sería, sin embargo, aportar un granito de arena a la sociedad, pero sin importar el "status", fama, renombre o como se le quiera llamar. Esas cosas son efímeras y no te darán la felicidad, porque la autoestima está dentro de ti. Si buscas la aprobación afuera, es porque la autoestima está baja. Así no podrás amar ni ser féliz, porque tu ansia de notoriedad y egocentrismo lo ocupará todo.
Entonces, ¿cúal es el sentido de la vida? primero es vivirla, no puede ser de otra forma. ¿Y los que se suicidan? se han ido por la puerta de emergencia porque al no encontrarle sentido, al estar la balanza del vacío y la angustia tan descompensada en contrapunto a la del amor y el sentido, han ido a otro lado. Un sentido de la vida es encontrarle sentido a la vida. Vivir, equivocarse, amar, odiar, mancharse, limpiarse, pulir, mejorar, ayudar, crear, disfrutar, experimentar. El sentido principal de la vida es espiritual, una experiencia mística en un cuerpo en este planeta, después vendría hacerla mejor para los demás al tiempo que disfrutas de ella, luego aprender a manejarse en ella (que en el fondo nos remite a los dos anteriores)...
Aproximación a la ecuación del bienestar humano
La banalización, ocultación (también por medio de la distracción) y relativización de la injusticia es el mayor mal de la actualidad. No se entiende sino la de despropósitos de todo tipo en los que hemos incurrido. El mal viene de largo, aunque no del mismo modo. Antiguamente se ha tomado la parte por el todo y han aparecido los "ismos"; el nacismo, el racismo, el machismo, etc...
Ha faltado y sigue faltando filosofía. Entenderla, incorporarla. Amistad con el conocimiento y la sabiduría. No diré que es la ciencia más humana, pero sí que es el complemento ideal para todas ellas. Debe incorporarse a la religión. Debe condimentar a la ciencia, sin anularla, sólo para dirigir mejor sus pasos y emplear verdaderamente bien los avances. Debe añadirse a la educación para enseñar a los estudiantes a pensar y no convertirse en solamente máquinas de memorizar y fichar. Y ya que la espiritualidad no forma parte de todos los seres humanos, es la filosofía humanística y ética, la que más nos puede ayudar.
Se trata de formar, al mismo tiempo que permites ser personas que amen lo que hacen y lo que son. Todos somos distintos, sobran memorizaciones, repeticiones, encuadramientos, estudiantes cautivos. Maestros de todo y aprendices de nada en algunos casos, y sin embargo en otros también falla la visión global. De cualquier manera la mente de la persona es como un rayo, cuanto más concentrado sea, más poderoso... y también ha de ser libre. No es sencillo hacer los ajustes pertinentes y precisos, y compadezco a quién tenga que lidiar con ello.
La filosofía ha sido injustamente tratada desde siempre, ignorando su enorme utilidad. Denostada, ha sido tomada vanamente como "cosas de locos", también ha sido tachada de improductiva. Y es que no resulta práctica al materialismo más brutal... Podría existir alguna manzana podrida individual, y de hecho siempre existirán, pero las grandes tropelías y errores colectivos no hubieran sido posibles si en vez ciudadanos, tuviésemos ciudadanos pensantes... movimientos como el nacismo, por ejemplo, sólo son posibles en una sociedad no pensante, ávida de la sabiduría de un líder, un mesías al que seguir que tiene la verdad, una verdad tan grande que el aplastante e injusto fin, justifica los terribles, con mayúsculas, medios. El filósofo, al menos, y en el peor de los casos, sabe que sólo sabe nada. El filósofo sabe que todo tiene su reverso.
El artista conoce por pura intuición lo que es auténtico, y lo auténtico emociona sin ensuciar, sin causar culpa. Sólo alguien que se aparta de la filosofía y el arte se puede convertir en no-pensante. El filósofo no tiene más pastor que la brújula de su razón. El artista no conoce más norte que el de la emoción y la belleza. Conocen a la humanidad y no se convierten en seguidores de algo porque todo el mundo lo haga.
La gente, la gran masa, el pueblo, siempre anhelará, exigirá seguridad. Y por supuesto, más internamente hablando serán necesarias leyes. La libertad individual termina donde empieza la colectiva, no puede ser de otro modo, pero recordemos que para tener libertad colectiva son necesarios los escudos. Esos escudos, platónicos y concretos a la vez, que mantienen los valores necesarios para mejorar y apoyar los avances de la humanidad al tiempo que protegen, son una garantía. Disciplinados, encajonados, adoctrinados, grises pero inevitables y útiles. Encarnaciones de los límites necesarios que son despreciados, como si fuesen los causantes de algún mal y no una consecuencia de ese mismo mal, tan de raíz como demuestran los que los condenan. Los que los condenan son -con perdón, existen excepciones- los tontos que cuando les señalas la luna, anclados en su comodidad intelectual y nulidad práctica, sólo ven tu dedo. Un filósofo puede no ser práctico en el sentido de materializar sus ideas, pero siempre profundiza. Sólo profundizando se puede llegar a ver que pretender hacer desaparecer a estos escudos de la sociedad y que la gente se sienta segura sólo se podría llevar a cabo con una humanidad amorosa, libre, empática y consciente, y debido a la ambición, la distanciada y rivalizante diversidad cultural, económica, religiosa, a los nacionalismos, a la pasta de la que están hechos algunos humanos, pero sobre todo a los malditos intereses depredadores, compulsivos y burgueses de unos pocos, es tremendamente complicada de imaginar, a día de hoy, la unificación utópica o el consenso necesario para tal cosa.
Se tiene el estereotipo, no del todo errado, de que los filósofos más puros son seres de poco o ningún sentido práctico. Personas que se pasan la vida reflexionando sobre grandes cuestiones, al mismo tiempo que son incapaces de percatarse de que tienen la cremallera del pantalón bajada. Yo no les hago de menos por ello, son necesarios. Y necesario es que todos tengamos algo de filósofos.
Finalmente: "La vida es más sencilla que todo eso", dirán algunos, despreciando -pasa a menudo- a los filósofos. -"Sí, claro" - me darían ganas de responder- "sobre todo si eres un ignorante o un avestruz (con la cabeza debajo de la tierra)". Yo soy lo primero, a mi pesar, pero trato de no ser lo segundo, ya que de estas dos cosas se derivan grandes errores de la humanidad. Si a no ser ni un ignorante ni un avestruz, le añades un poco de lógica, austeridad, solidaridad, el cumplir escrupulosamente todos (sin excepción) y cada uno con su cometido, el resultado global debería ser la paulatina mejoría -en todos los sentidos- de esta malherida sociedad .
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